En el contexto de pandemia en Bogotá, la densidad habitacional y las desigualdades socio-económicas sitúan a ciertos grupos en una posición de mayor vulnerabilidad en el momento de implementar medidas de confinamiento obligatorio, distanciamiento físico y limitaciones respecto a los usos de la ciudad.
Una de las expresiones más crudas de esta crisis es la dificultad de acceso a la alimentación. Y, en particular a una alimentación de calidad en términos nutricionales que permita mantener a las personas sanas y con un sistema inmunológico fuerte para enfrentar un posible contagio.
Las acciones del gobierno no han sido suficientemente abarcativas y constantes, teniendo en cuenta que la cuarentena se ha extendido, los niveles de desempleo aumentan y un alto porcentaje de esta población depende de actividades económicas informales que están paralizadas. Una dramática evidencia de esto ha sido el fenómeno de las banderas rojas en los barrios.
A raíz de las medidas implementadas, nuevos imaginarios sobre la calle y el espacio público han reforzado conceptos como la inseguridad y el riesgo sanitario para referirse a estos escenarios. La aversión sobre el espacio público alteró abruptamente sus usos, despojándolo de actividades de encuentro e intercambio para priorizar la circulación. Situación que preocupa seriamente la facultad del espacio urbano en el desarrollo de actividades que combatan el sedentarismo y la construcción de ciudadanía.
Identificamos que es momento de pensar en la salud preventiva como estrategia para afrontar esta contingencia sanitaria y de vitalidad urbana, abordándola de una manera íntegra desde la alimentación de calidad, el cuidado colectivo y la reactivación de las actividades de socialización, ya que el distanciamiento físico no puede significar un distanciamiento social. En la etapa de reactivación de las dinámicas urbanas, el problema de la alimentación puede convertirse en una oportunidad para construir un paisaje urbano más sustentables.
La propuesta busca reconocer el espacio público como escenario de seguridad sanitaria, cuidado colectivo y aprendizaje sobre la calidad de la alimentación. Por ello se plantea la construcción de un dispositivo agroecológico en conjunto con un tratamiento de urbanismo táctico y talleres pedagógicos, a través de los cuales se entregan herramientas a las comunidades para ayudar a superar la crisis de seguridad alimentaria.
Inspirados en el ‘parklet’ modular y, haciendo uso de áreas subutilizadas o dominadas por el automóvil, el objetivo del dispositivo es garantizar el distanciamiento físico y ofrecer una diversidad de servicios urbanos con carácter paisajístico que fomenten actividades pedagógicas y de socialización.
El prototipo consta de tres capas. La primera es una intervención de urbanismo táctico que prioriza el distanciamiento físico en el desarrollo de actividades y circulación peatonal. La segunda atiende a cinco piezas de mobiliario con unidades agroecológicas: módulo de cultivo hidropónico, de compostaje, de técnica tradicional, de enredaderas y aromáticas y, de reciclaje y aromáticas. Mediante diferentes disposiciones las piezas conforman distintos escenarios, ofreciendo servicios de mobiliario urbano, conectividad eléctrica, biciparqueaderos e iluminación peatonal. Por último, se plantean dos cubiertas móviles que se pueden ubicar directamente sobre cualquiera de los módulos y permitir a sus ocupantes cubrirse de la lluvia manteniendo la distancia física.
El rol del espacio público en el resguardo de la salud durante la pandemia es fundamental, por ello la flexibilidad en la configuración de los módulos permitirá el desarrollo de actividades con las debidas medidas sanitarias. La actividad central serán los talleres interactivos de agricultura presentes en cada módulo. Estos se llevarán a cabo a través de una alianza sinérgica con la huerta local del barrio Alaska: “De la huerta”, y la cosecha que se obtenga a partir de los módulos se donará a la población más vulnerable del barrio.
El prototipo tendrá un carácter itinerante, lo que permitirá configuraciones y adaptaciones a distintos escenarios urbanos, fomentando la reactivación de actividades seguras alrededor del encuentro e intercambio.
Para este ejercicio se establece un caso de testeo en el Barrio Alaska de Bogotá, donde queda ubicada la huerta agroecológica “De la Huerta”. Implementando ejes vectores como: la recuperación del dominio de la alimentación, la cadena de producción y el volver a la cultura local en la etapa de reactivación para impulsar la confianza en el espacio público.
La administración del dispositivo funcionará en alianza con “De la Huerta”, permitiendo exteriorizar sus actividades y procesos agroecológicos al ámbito de la ciudad con un impacto local de integración social. Gestión que estará basada en la interdisciplinariedad, la multiescalaridad y la participación para incrementar las posibilidades de asociación productiva y solidaria entre vecinos y, un sentido de apropiación por el espacio anexo a la vivienda.
La propuesta también puede tener un impacto a nivel metropolitano. Esta replicabilidad y escalabilidad se busca a través de nuevas alianzas y redes locales de huertas urbanas que incidan en sus comunidades como plataforma de visualización, difusión de saberes y reactivación del espacio público.
Durante la etapa de prototipado, el plan de medición y monitoreo contemplado para el testeo será obtener datos a nivel local y territorial para sistematizarlos de acuerdo a criterios de medición del espacio público. A través del uso de herramientas de recolección y georreferenciación de datos como Survey 123 de ArcGIS, se medirá la diversidad de usos que esté generando el dispositivo, percepción sobre el espacio público, productividad e impacto económico, alcance pedagógico, número de personas y dinámicas comunitarias. De esta forma será posible diagnosticar el impacto del prototipo en el espacio público y su vivencia específica, para así contemplar intervenciones permanentes.
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